Grabado I, editado en Basilea año 1493.
Grabado de las islas recién descubiertas en la edición italiana de las cartas de Cristobal Colón
Conclusión
La relación establecida entre las imágenes-Basilea y Roma de 1493- y la crónica colombina del primer viaje (1492-93), configuró dos lecturas en relación a la visión occidental, que se tenía respecto a los nuevos territorios descubiertos (Indias Occidentales). Es por esto, que la investigación sobre las crónicas colombinas, apoyadas con las imágenes producidas en occidente, nos hablan desde una perspectiva de análisis posmoderno, sobre esta relación dialectal entre el texto escrito y los recursos iconográficos, que habituada a la forma tradicional de análisis, se entendió como el soporte gráfico del discurso, y en este caso sobre el descubrimiento de América. Esta problemática nos suscitó una serie de conflictos entre la observación de las imágenes respecto a su incondicional apoyo al discurso escrito, y consecuentemente, nos obligó a desligarnos de ese tradicional análisis, apoyados en las propuestas de Panofsky[1], sobre el acercamiento del observador hacia estas imágenes, como entes independientes de la construcción de la crónica, en este caso particularmente, y establecer que la conformación del territorio de las Indias Occidentales, obedeció más bien a un punto de inflexión respecto a dos visiones-la colombina y la occidental- a través de las relecturas ejecutada por las imágenes (Basilea y Roma) que acompañaron a las crónicas colombinas editadas en 1493.
El desarrollo de las imágenes de Basilea y Roma de fines del siglo XV, se utilizaron como recurso gráfico para interpretar a las nuevas realidades territoriales descubiertas por el Almirante (Cristóbal Colón) y su tripulación, sin embargo, estos recursos iconográficos potenciaron una relectura respecto al discurso colombino. Permitieron adscribir categorías cognoscibles a los territorios americanos, potenciando asimismo la construcción del paisaje americano a través de la cualificación y el reconocimiento de las formas tradicionales occidentales europeas insertándolas al interior del nuevo territorio ignoto (Indias Occidentales). Por lo tanto, las semejanzas son evidentes respecto a la problemática sobre la objetivación del territorio americano, vinculada directamente a los preconceptos occidentales, tanto en la crónica colombina como en las imágenes (Basilea y Roma 1493), que se utilizaron como material de apoyo, para reforzar y estimular el imaginario europeo occidental respecto estas nuevas realidades.
Aunque el punto de inflexión más evidente entre estas tres fuentes primarias, se manifestó particularmente en la problemática entre el espectador y las imágenes y sus posibles interpretaciones, vinculadas directamente a la configuración del territorio producto del imaginario occidental apoyado en las crónicas de Colón, y reinterpretado por los grabados occidentales. En consecuencia, ambas imágenes (I y II) actúan como entes particulares sobre la interpretación de las crónicas colombinas, actúan sobre la base del reconocimiento de realidades anteriores y que inscriben juicios valorativos a estas nuevas realidades territoriales.
Por lo tanto, en relación con el imaginario y los preconceptos que trae consigo el discurso colombino, conceptos que están estrechamente relacionados con el cambio de mentalidad, que estaba sucediendo en Europa, y con toda la influencia del Renacimiento, es en base a esto, que hoy podemos ver una reinterpretación, tanto en las crónicas de Colón como en los grabados que se realizaron en torno al discurso del Almirante, que propiciaron la construcción de muchas Américas, y se puede evidenciar por ejemplo en este extracto de la crónica colombina del primer viaje, “En este tiempo anduve así por aquellos árboles, que era la cosa más fermosa de ver que otra se haya visto, veyendo tanta verdura en tanto grado como en el mes de mayo en el Andalucía, y los árboles todos están tan disformes de los nuestros como el día de la noche; y así las frutas y así las hierbas y las piedras y todas las cosas. Verdad es que algunos árboles eran de la naturaleza de otros que hay en Castilla: por ende había muy gran diferencia, y los otros árboles de otras maneras eran tantos que no hay persona que lo pueda decir ni asemejar a otros en Castilla.”[2]
En conclusión, las imágenes expuestas en esta investigación nos revelan una serie de interpretaciones posibles respecto a la conformación del territorio americano y sus posibles efectos en torno a la construcción del imaginario occidental y su posición respecto al otro, particularmente en la configuración del territorio “indiano”. Aunque este análisis no integra en forma particular la situación de los indígenas americanos, sólo recoge parcialmente las visiones tanto colombinas como en las imágenes que las apoyan, como una parte más del paisaje construido por los occidentales, así por ejemplo, “En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad. Más me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una farto moza. Y…”[3].
viernes, 24 de junio de 2011
La construcción del imaginario occidental a través de la dialéctica entre el grabado y la crónica colombina en torno a la configuración del territorio de las Indias Occidentales
En consecuencia, a través de la imagen y de acuerdo a las teorías de Panofsky que nos remite a que la “imagen comienza en el encuentro social con Otro y que la iconología es una ciencia que sirve para absorber a ese otro en una perspectiva homogénea y unificada”1 , nos traslada a la problemática referida al desarrollo de aquellos grabados en Basilea-fines del siglo XV-que hicieron una relectura del relato colombino respecto a su primer viaje, persistiendo así las formas conocidas por los castellanos, a pesar de los evidentes cambios, respecto a los hechos suscitados en el primer encuentro con las Indias Occidentales, y particularmente las islas del Caribe. Por lo tanto, la tendencia de los cronistas del siglo XVI en general, y particularmente las imágenes referidas al territorio americano, abren un espacio a la discusión sobre la conformación del paisaje, resultado directo del territorio, y entendido de acuerdo al sociólogo Gilberto Giménez, como aquel “espacio de inscripción de la cultura y, por lo tanto, equivale a una de sus formas de objetivación” 2.
Y cuando nos referimos a ese espacio objetivado a través del relato colombino del primer viaje, observamos una serie de elementos que nos hablan de aquella visión cargada de preconceptos respecto al reconocimiento del otro y es especial al territorio, “Y después junto con la dicha isleta están huertas de árboles las más hermosas que yo vie tan verdes y con sus hojas como las de Castilla en el mes de abril y de mayo, y mucha agua. Yo miré todo aquel puerto y después me volví a la nao y di a la vela, y vide tantas islas que yo no sabía determinarme a cuál iría primero. Y aquellos hombres que yo tenía tomado me decían por señas que eran tantas y tantas que no había número, y anombraron por su nombre más de ciento.”3 Al interior de esta cita observamos que las motivaciones del Almirante están enfocadas precisamente en describir aquellos territorios y su naturaleza exuberante, identificando puertos donde no los hay, asociando huertas de estilo castellano a un grupo de árboles, dibujando así en el imaginario occidental hitos que permitieron vincular elementos de las realidades europeas a las Indias Occidentales, y particularmente Colón “piensa que esas tierras son ricas, pues desea que lo sean; su convicción siempre es anterior a la experiencia”4 , por lo tanto, cabe destacar que esas convicciones están patentes en todo el relato del primer viaje, y de sobre manera en la constitución del paisaje, “Decían los indios que en aquella isla había minas de oro y perlas, y vido el Almirante lugar apto para ellas y almejas, que es señal de ellas, y entendía el Almirante que allí venían naos del Gran Can, y grandes, y que de allí a tierra firme había jornada de diez días. Llamó el Almirante aquel río y puerto de San Salvador”.5 De acuerdo a estos relatos se va configurando en conjunto con las imágenes de Basilea (1493) un efecto simbiótico, que permitió identificar aquellos recursos naturales con los posibles beneficios económicos que les significaría a la corona castellana, “Estas tierras son muy fértiles: ellos las tienen llenas de mames que son como zanahorias, que tienen sabor de castañas, y tienen faxones y fabas muy diversas de las nuestras, y mucho algodón, el cual no siembran, y nacen por los montes árboles grandes, y creo que en todo tiempo lo haya para coger, porque vi los cogujos abiertos y otros que se abrían y flores todo en un árbol, y otras mil maneras de frutas que me no es posible escribir; y todo debe ser cosa provechosa. Todo esto dice el Almirante.”6 Estas descripciones aluden al delineamiento del paisaje y sus recursos, agrupados en una serie de categorías cualitativas respecto al provecho que se puede obtener de aquellos elementos de esta naturaleza ignota, sin embargo la propuesta de Todorov es discutible desde la perspectiva que este autor tiene sobre las motivaciones colombinas respecto a las Indias Occidentales, remitidas a la experiencia del genovés (Cristóbal Colón) obnubilado por la belleza del paisaje “olvida sus interpretaciones y su búsqueda de ganancias, para reiterar incansablemente aquello que no sirve para nada, que no lleva a nada, y que por lo tanto sólo puede ser repetido: la belleza”7, pero cuando se esta refiriendo a esa belleza sublime también está valorizando el espacio, ya sea “instrumental o culturalmente”8 permitiendo así dar origen a la existencia in situ del territorio a través de esta valorización, que se establece de acuerdo a la denominación simbólica del territorio, como la identificación de puertos, ríos, bosques entre otros, “tierra muy fértil y muy labrada de aquellos mames y fexoes y habas muy diversas de las nuestras; eso mismo panizo y mucha cantidad de algodón cogido y filado y obrado, y que en una sola casa habían visto más de quinientas arrobas y que se pudiera haber allí cada año cuatro mil quintales”9.
Continuando con la discusión bibliográfica respecto a las diversas perspectivas que han sido trabajadas sobre las motivaciones colombinas en torno al descubrimiento de América, y particularmente a los territorios de las Antillas (Caribe), remitidos al primer viaje, cabe destacar que la valorización del territorio indiano esta sujeto a ciertas configuraciones mentales que han sido herederas del imaginario medieval, tales como aquellas descripciones que hace el Almirante (Cristóbal Colón) respecto a las tribus caníbales, “Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que comían los hombres y que en tomando uno lo degollaban y le bebían su sangre y le cortaban su natura”10, y cómo estas imágenes van desvirtuando el territorio americano descubierto. Como sostiene Sanfuentes , la función de la imagen también remite a la inmovilidad de una narrativa inmersa aún en resabios medievales, y, se evidencia a través del desarrollo de la croniquística indiana del siglo XV-XVI.
Es por esto, que la valorización de los territorios indianos está sumamente cargada de preconceptos que aluden a esa afiebrada mente colombina, que por una parte es transformadora de la geografía, incluso es más, incapaz de observar algún elemento sin adscribirle alguna categoría occidental, “dice que halló árboles y frutas de muy maravilloso sabor; y dice que debe haber vacas en ella y otros ganados, porque vido cabezas en hueso que le parecieron de vacas”…11.
La imagen II de los grabados de Roma de 1493 sobre las islas recién descubiertas, nos permite visualizar una serie de elementos que van tergiversando la propia realidad indiana, como la organización de las islas en torno a pequeños caseríos, similares a los antiguos sistemas feudales, y que nos acercan a las visiones occidentales respecto a la constitución de un paisaje reconocido, como plantea Giménez, “el territorio puede ser apropiado subjetivamente como objeto de representación y de apego afectivo, y sobre todo como símbolo de pertenencia socio-territorial”12, y esta pertenencia se adscribe a categorías universalizantes en el grabado (Roma, 1493 imagen II), de acuerdo a la construcción del imaginario occidental respecto a la narrativa colombina.
La construcción del paisaje se va dibujando a través del dominio del territorio ignoto inmortalizado en el grabado romano de la carta colombina al Papa de 1493, que va configurando, todo un entramado de islas parcialmente unidas por una serie de canales, similares a los venecianos, que nos permiten ir configurando nuestra hipótesis respecto a la construcción del espacio indiano y al fenómeno de la “continuidad de las formas” europeas para las Indias Occidentales.
“Dice más, que aquel puerto de Mares es de los mejores del mundo y mejores aires y más mansa gente, y porque tiene un cabo de peña altillo se puede hacer una fortaleza, para que si aquello saliese rico y cosa grande estarían allí los mercaderes seguros de cualquiera otras naciones”…13, en esta cita del primer viaje de Colón podemos establecer relaciones de equivalencia respecto al diálogo que se establece entre la imagen y el discurso colombino, y que atestigua la representación de la mentalidad occidental respecto a este nuevo descubrimiento, sujeto a esquemas tradicionales plasmados en este grabado. Sin embargo, y de acuerdo a la concepción binaria respecto a la relación imagen y recursos discursivos, aplicadas tradicionalmente al análisis de las obras visuales, Panofsky propone en sus estudios sobre iconografía, “la relación dialéctica entre imagen y discurso, “imagentexto” 14.
Por lo tanto, la construcción del territorio americano y su transformación en un paisaje objetivado por lo occidentales, y plasmado a través de las imágenes-de Basilea y Roma de 1493- representan la problemática de la doble interpretación a través del discurso colombino y el desarrollo del grabado, como fuente primaria en la comprensión de lo que fue la anexión, de los nuevos territorios descubiertos (Indias Occidentales). En consecuencia, la relectura occidental de las imágenes que se configuraron como apoyo al relato colombino, conflictúan y transforman en verdaderos jueces a los nuevos espectadores europeos, valorizando y adscribiéndoles sus formas tradicionales a esta nueva realidad americana.
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1. En Mitchell, Thomas, Op. Cit., Pp. 38.
2. Columbus, Christopher, Op. Cit., Viernes 14 de Diciembre de 1492.
3. Giménez, Gilberto. “Territorio y Cultura”. Revista Culturas Contemporáneas, época D, vol. D, núm. 4, México, diciembre de 1987, Pp. 14.
4. Columbus, Christopher, Op. Cit., Domingo 14 de octubre de 1492.
5. Bernand, Carmen, Gruzinskyi, Serge. Historia del Nuevo Mundo. Del Descubrimiento a la Conquista. La Experiencia Europea 1492-1550. Editorial Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1991, y Primera Edición en Español traducida por María Antonia Neira, 1996, Pp. 9.
6. Todorov, Tzvetan. La Conquista de América. El problema del Otro. Ediciones Siglo Veintiuno, Buenos Aires, Argentina, 2003, Pp. 29.
7. Columbus, Christopher, Op. Cit., Domingo 28 de octubre de 1492.
8. Todorov, Tzvetan, Op. Cit., Pp. 33.
9. Giménez, Gilberto, Op. Cit., Pp. 10.
10. Columbus, Christopher, Op. Cit., Martes 6 de noviembre de 1492.
11. Columbus, Christopher, Op. Cit., Domingo 4 de noviembre de 1492.
12. Sanfuentes, Olaya, Op. Cit. Pp.
13. Columbus, Christopher, Op. Cit., Lunes 29 de octubre de 1492.
14. Giménez, Gilberto, Op. Cit., Pp. 15.
15. Columbus, Christopher, Op. Cit., Lunes 5 de noviembre de 1492.
16. En Mitchell, Thomas, W, Op. Cit., Pp. 17.
América, como una invención del conquistador Español.
Cómo surge el concepto de la América, es un término dado por los propios indígenas, o un determinante español. ““América” se presenta como un resultado imperial, como el efecto de la expansión colonial europea iniciada en el siglo XVI”[1], cual es la visión europea para con este nuevo concepto, tomándonos de un aspecto hermenéutico, “América”, en un primer lugar según Álvarez Solís, Ángel Octavio en “La persistencia de los márgenes. Reflexiones epistemológicas en torno a la obra de Walter Mignolo” la visión europea ve como un objeto a los habitantes de la “América” como “gente sin historia” y por consecuencia “gentes subalternos”, por ende para sacarlo de tal condición darles una nueva historia “es menester dejarse colonizar”[2] a la vez también propone distintos tipos de colonialismos, tanto político, económico o cultural, en este análisis nos centraremos en lo cultural viendo cuales fueron las formas que se instauraron para lograr este colonialismo.
El lenguaje es el arma más fuerte que tuvieron los conquistadores para lograr la sumisión de los indígenas, tal es el caso de los indígenas de México, refiriéndome en especial a los aztecas, puesto que “el lenguaje no es un instrumento unívoco: sirve tanto para la integración en el seno de la comunidad como para la manipulación del otro. Pero Moctezuma otorga la primacía a la primera función y Cortés a la segunda”[3] es este punto en el que el español toma el dominio de la lengua para subordinar al otro, es paradójico que “los españoles son quienes habrán de instaurar el náhuatl como lengua indígena nacional de México, antes de llevar a cabo la hispanización; son los frailes franciscanos y dominicos los que habrán de lanzarse al estudio de las lenguas indígenas y a la enseñanza del español.”[4] En primer lugar es el español el que aprende la lengua nativa, obviamente bajo la visión de dominación, posteriormente es de este mismo modo donde se produce un a culturización de forma inversa donde el indígena es el que aprende el español, en el cual el europeo termina colonizando culturalmente al indígena.
El lenguaje es un arma muy fuerte, de la cual se dio cuenta Nebrija, con la cual plasmo en la introducción de la primera gramática española “Siempre la lengua fue compañera del imperio"[5]
Autora: Claudia Cáceres.
[1] Álvarez Solís, Ángel Octavio.” La persistencia de los márgenes. Reflexiones epistemológicas en torno a la obra de Walter Mignolo”. España. Pp.95
[2] Ibídem, Pp. 96
[3] Todorov, Tzvetan, “La Conquista de América: El Problema del Otro”, Ediciones Siglo Veintiuno editores Argentina, 1998, Pp. 135
[4] Ibídem, Pp. 135
[5] Ibídem, Pp. 136
La destrucción de costumbres y ritos religiosos y, su trasfondo de dominación.
La llegada de los españoles y demás europeos a tierras remotas y desconocidas (indias occidentales) fue en sus comienzos un problema fundamental y de difícil solución, ya que aquellos que veían en estas nuevas tierras no solo la gran oportunidad de obtener riquezas inconmensurables sino, además la situación perfecta de obtener poder, control social y político a través de las guerras de conquistas, una nueva invención que será el método que se impondrá en la formación de colonias y gobernaciones españolas en territorios indígenas. Esta nueva fórmula de no solo saquear y destruir ciudades quien primero la utilizará será Hernán Cortés, quien “no se conformará con arrebatar riquezas sino, que someterá el propio reino. Esta estrategia a menudo molesta a los soldados de la tropa de Cortés, que dan por sentado que van a obtener ganancias inmediatas y palpables. Pero este no quiere oír razones.”[1]
“Así es como le debemos, por una parte el haber inventado la guerra de conquista y, por la otra, el haber ideado una política de colonización en tiempos de paz.”[2]
Ahora bien, remitiéndonos al tema central “la destrucción de costumbres y ritos religiosos y, su trasfondo de dominación”, esta modalidad de no solo obtener riquezas y estatus social a través del saqueo y el arrebatamiento de bienes preciosos sino, a través de una política de colonización se llevó a cabo de diferentes formas, pero la cual nos interesa analizar es la imponencia de nuevas deidades y nuevos hábitos de culto y, su trasfondo de dominación política, económica y social. Nuevamente remitiéndonos a la fuente bibliográfica de Tzvetan Todorov, descubrimiento de América, nos encontramos con la descripción de fuentes directas a cerca de esta política de colonización por medio de la destrucción en templos sagrados de los “ordenadores y controladores del mundo”, (deidades a las cuales les ofrecían culto los aborígenes de tierras mexicas.)
“Los más principales de estos ídolos, y en quien ellos más fe y creencia tenían, derroqué de sus sillas y los hice echarpor las escaleras abajo he hice limpiar aquellas capillas donde los tenían, porque todas estaban llenas de sangre que sacrifican, y puse en ellas imágenes de Nuestra Señora y de otros santos”.[3]
Si analizamos de manera profunda la anterior intensión de Cortés, estamos en presencia de unas ansias irrevocables de no solo adquirir riquezas sino, además de imponer nuevas modalidades consuetudinarias, como lo es la religión, en función de, poseer un control y subordinación total sobre estos pueblos aborígenes, para luego desarrollar sus intenciones de manera más fácil y rápida, puesto que, la acción que realizó por ejemplo Hernán C. Fue de observación y comprensión para después en su momento determinado realizar una laborde cambio ideológico y cultural, que se llevó a cabo por medio de la destrucción general de deidades entronizadas que poseían estos naturales, así conseguiría desafiar lo que ellos consideraban la máxima autoridad y también crear un ambiente de escepticismo para con sus hábitos religiosos que por siglos practicaron con holgura y vehemencia.
En síntesis, como lo afirma nuestro tema principal, a través de la destrucción de costumbres tan arraigadas a la esencia de estos hombres (la religión)se puede conseguir una dominación política y social, porque se imponen nuevas costumbres culturales y los encargados o mejor dicho en quien recae el rol de delegado de este nuevo Dios, será en manos de un conquistador (fraile, sacerdote, soldado, gobernador, etc.) y los vencidos deberán rendir subordinación. También, se puede afirmar que por medio de esta destrucción de historia religiosa se pude obtener un dominio económico, ya que una vez la totalidad de la población dominada por esta nueva mentalidad, trabajará, pagará impuestos y realizará todas las funciones que debía hacer en su antiguo entorno social. Así nos encontramos ante un trasfondo de dominación, a través de la destrucción de costumbres y ritos religiosos.
Autor: Camilo Soto (segundo informe de ayudantia)
La llegada al nuevo mundo: del paraíso al infierno
Ya vimos en el texto anterior, la mentalidad del conquistador y sus motivaciones que le hacían venir a el nuevo mundo, centrándonos en la figura de Cristóbal Colón. Ahora, en esta oportunidad analizaré las condiciones con las cuales se encontraron los españoles en América, las enfermedades, las hostilidades en contra de los indígenas, la falta de oro, la desazón, las ambiciones frustradas por parte de algunos españoles, fueron algunas de las atrocidades que tuvieron que enfrentar los españoles, ante esta misión que en un principio se veía promisoria y llena de posibilidades.
Una de las primeras islas descubiertas por Colón fue la llamada La Española, la cual sirvió como puesto de avanzada y de lugar de abastecimiento para las embarcaciones españolas. La historia de esta isla sirve de ejemplo a lo que sucedió en el resto del nuevo mundo: desde 1494 a 1496 toda la isla cae bajo Colón y los suyos, “La deportaciones de esclavos, la destrucción de los cultivos de productos alimenticios y el hambre diezman a la población indígena.”. [1] Justamente son éstas las principales circunstancias que tuvieron que soportar los españoles en su búsqueda de nuevas oportunidades en el Nuevo Mundo.
Cabe señalar que una de las dificultades más peligrosas dentro de lo que tuvieron que afrontar los españoles fueron las enfermedades tanto locales, que ya se encontraban en el continente, como aquellas traídas por los españoles en sus embarcaciones, las cuales también golpearon duramente a los indígenas, que no tenían ningún conocimiento sobre estas nuevas enfermedades.
El mal de las indias, la Sífilis, es una de las más peligrosas. Acaba con más de la tercera parte de los recién llegados. Las llamadas Niguas también fueron un caso casi sin remedio, causaba infinitas molestias pues era un furúnculo que se colocaba debajo de la epidermis, entre los dedos. La fiebre amarilla también golpea América en 1495.
Otra de las cosas que resultaron repugnancia en los españoles fue el descubrimiento que los indígenas eran en parte caníbales. “ El descubrimiento del canibalismo entre los caribes da a los españoles una justificación en su rechazo y confirma el estereotipo” [2], y claro, si la imagen que tenían los españoles de los indígenas ya no era positiva, con este rasgo nuevo ya se produce un alejamiento más marcado, induciendo a una mayor violencia por parte de los españoles hacia los indígenas.
Este factor, y junto a el resto de los mencionados se ve reflejado en el número de muertes de indígenas que comenzó a aumentar en gran medida con la llegada de los españoles. Según Las Casas, La Española perdió más de tres millones de indígenas entre 1494 y 1508, datos que no son exactos y que fluctúan también con los expresados por el cronista Pedro Mártir, de 2 millones de indios, y el juez Zuazo, que habla de algo así como 1,3 millones de indígenas fallecidos.
En conclusión, las múltiples causas de esta impresionante cantidad de decesos, con gran culpa d los españoles, por la violencia con la que trataron a los indios, sumados a las enfermedades, el hambre, fueron las principales razones, las que terminan transformando a América en un infierno, y en una tierra que ahora es vista de otra manera, como dice el propio Las casas, que tras siete años en la española, lo único que quiere es volver a Castilla.
Así cambia esta perspectiva, del paraíso de el nuevo mundo descrito por Colón, a una realidad diferente, que termina en atrocidades y en una misión conquistadora que se volvió mucho más difícil de lo esperado.
La visión de los pueblos originarios desde el punto de vista del extranjero
Comenzaremos nuestro análisis, con la problemática de la otredad, es decir, como el tema principal lo indica “la visión de los pueblos originarios, desde el punto vista extranjero”. Nunca hubo un intento subjetivo de comprender la verdadera perspectiva psicológica que tenían loa amerindios para con los “venidos del cielo”. Puesto que, todas las formulaciones o teorías de como lograban los naturales percibir la inmersión de los europeos en su ordenamiento social, su cotidiano transcurrir por los parajes geográficos teñidos de ingenuidad, vida y diversidad cultural, estaban realizadas desde el punto de vista del otro.
Esta poca preocupación por parte de los colonizadores de entender los sentimientos y sensaciones que experimentaron y que afluyo de cada uno de los aborígenes, cada vez que se ejercía un contacto o encuentro social con personas de su mismo género pero de diferente raza, color y conocimiento, los llevo a apreciar el “encuentro de dos mundos” sea cual sea la posición (visión extranjera y visión colonizada) desde el punto de vista netamente europea. Por lo tanto, como Todorov fórmula la siguiente interrogante ¿podemos adivinar, a través de las notas de Colón, como perciben los indios, por su parte, a los españoles?
Dado lo insuficientes que resultan ser las fuentes directas que nos den a entender lo contrario, nos vemos en la necesidad de comprender este sentimiento de observación y conocimiento por parte de los amerindios, a través de los testimonios directos, pero no objetivos de los europeos. Los cuales, no escapan nuca de su punto de vista (problemática de la alteridad), entonces la visión de los naturales con respecto a los vencedores, se debe entender de la siguiente manera“toda la información está viciada por el hecho de que Colón ya ha decidido de ante mano sobre todo: y como el tono, durante el primer viaje, es de admiración, los indios también deben ser admirativos”.[1]
Esta afirmación nos aclara que no ocurre una dualidad(un juicio propio por cada una de las partes) de conocimiento, observación y pensamiento respecto al otro como sugieren algunos autores como por ejemplo, María Sanfuentes, en su libro . Ya que todo es impuesto por los vencedores y ellos son aquellos que “dibujaran” la historia según les plazca y convenga.
Por lo tanto, la visión de los vencidos será la perspectiva que tengan los españoles con respecto a lo que significó el descubrimiento de América.
Lo asombroso, lo maravilloso, lo fantástico, lo apocalíptico, el afán de un nuevo comienzo, serán realidades o conceptos que impondrán los cronistas europeos con respecto al conocimiento de nuevos rostros y nuevas costumbres experimentadas por parte los aborígenes.
Lo que no lograron entender los cronistas, navegantes y miserables hidalgos europeos que abordaban este nuevo mundo, ante tanta bondad, caridad y respeto de los naturales hacia estos desconocidos, era que para lograr comprender la realidad de estas sociedades y en lo que aquí se refiere, la visión de los vencidos o subyugados, o colonizados, era que no todos los seres humanos pertenecientes a este cosmos u ordenamiento social global, pertenecemos a una misma sustancia homogénea como lo menciona Todorov, en su fuente bibliográfica “descubrimiento de América”. Es decir, no todos pertenecemos a las mismas raíces culturales, no todos poseemos la misma capacidad de entendimiento y observación, más aún,todas las sociedades poseen distintos sistemas lingüísticos, los cuales nos dan un grado de identidad y diferencia con respecto a otras comunidades. Por ende, es erróneo interpretar el pensamiento con respecto a un acontecimiento de tal magnitud, acomodándolo al tuyo. Para ello demos estudiar y lograr comprender a fondo una comunidad y así obtendremos veracidad en nuestros juicios y especulaciones.
[1]Tzvetan, Todorov. Descubrimiento de América. Pág. 49
Descubriendo a Colón: Facetas del Imaginario a través de la Visión del Explorador
El conquistador español, personaje fundamental en el proceso de descubrimiento de nuestro continente, y por consiguiente, la abertura en el futuro del desarrollo de nuestra cultura actual, tiene rasgos muy peculiares que me gustaría analizar dentro de este pequeño ensayo, ligado principalmente a la lectura del texto de “La conquista de América, la cuestión del otro” , de T. Todorov.
Para empezar, se puede analizar este hecho del viaje de Cristóbal Colón a América: ¿Cuál era la motivación, el objetivo que perseguía realmente este conquistador? Ciertamente es que, el objetivo de encontrar un paso hacia las indias, y la búsqueda de oro fueron objetivos por así decirlo falsos. “La victoria universal del cristianismo, éste es el móvil que anima a Colón” (Pp 20).
Aquí se puede evidenciar un rasgo muy común entre la mayoría de los conquistadores españoles: una ferviente creencia y fe hacia la religión cristiana. Colón en gran parte de su viaje se encomienda a Dios y cree firmemente que él (Colón) es el elegido para realizar esta divina tarea de abrir su religión hacia nuevas tierras.
Sin embargo, y casi como contradicción a esta idea, el texto menciona la importancia que tenía el descubrir oro en este viaje. De echo el autor se cuestiona la razón verdadera del viaje de Colón: ¿Fue entonces una codicia vulgar lo que impulsó Colón a hacer este viaje? (Pp 18).
Entonces podríamos decir que el conquistador tiene una mentalidad mezclada tanto en el ámbito espiritual de la religiosidad, en la creencia de Dios, y por su afán de mejorar en la escala social y lo material por la búsqueda eterna de riqueza y una mayor prosperidad. De echo, una de las principales razones de los procesos de Conquista fueron emprendidos especialmente por éste motivo, lo de enseñar y pacificar viene después.
Otro punto interesante en la mentalidad de Cristóbal Colón es que se podría decir que es en cierto modo medieval. Colón en sí mismo no es un hombre moderno y ésta característica es fundamental en el proceso del descubrimiento de América. El ámbito aventurero está muy marcado en Colón, siempre buscando explorar lo más posible, buscando siempre el ser reconocido, cumplir con sus promesas.
Por último, y también destacando otra característica en la mentalidad del conquistador, se encuentra el sentir que la empresa que realiza es para que ésta sea recordada como épica, tal como lo dice Todorov: “Las ganancias que deben encontrarse ahí solo interesan secundariamente a Colón, lo que cuentan son las tierras y su descubrimiento. En verdad éste parece estar sometido a un objetivo el cual es el relato del viaje” (Pp 23). En conclusión podemos decir que el conquistador busca por sobre todo que la conquista en sí sea exitosa, y entonces se preocupa de las ganancias personales.
Cristóbal Colón en concreto se empeñó en este viaje buscando el éxito de la iglesia católica, el dominio de su corona en las nuevas tierras y su reconocimiento. Sin duda Colón es un claro ejemplo de la mentalidad de un conquistador clásico, la cual se irá repitiendo en otros casos, más adelante.
Autor: Pablo Huidobro.
La construcción del Paraíso en el espacio americano desde la perspectiva colombina
La construcción del espacio americano merece especial atención, respecto a las visiones interpretativas llevadas a cabo, por los diferentes actores que sustentaron la formación de una narrativa, vinculada a personajes tan particulares como Cristóbal Colón, que cargaba en sus espaldas, una serie de preceptos medievales matizados por las nuevas tendencias del hombre moderno. Contradictoriamente, se revelan ante este proceso, una serie de fenómenos que se atribuyen específicamente a visiones muy particulares, cargadas de ulteriores experiencias preconcebidas en el seno de una mente afiebrada, colmada de creencias de orden escatológico, respecto al futuro descubrimiento de aquel espacio geográfico, cargado de imágenes edénicas, entrelazadas a formas arcaicas de religiosidad[1], que dieron un carácter particular a la mentalidad del Almirante.
No es casualidad que Cristóbal Colón hiciese un paralelo entre lo que él visualizaba y lo que interpretaba, incluso como plantea Olaya Sanfuentes, “la idea de paraíso le sirve para legitimar su empresa, ya que respalda todo su esfuerzo con la voluntad divina”[2] por lo tanto, nos resulta complejo establecer vinculaciones directas, respecto a la construcción del espacio americano, con la visión colombina, aparentemente colgada al imaginario europeo.
En consecuencia, dicha actitud gira alrededor de una observación alejada del empirismo, más bien obedece a una matriz de orden religioso cristiano, combinada con el “descubrimiento de la naturaleza”[3] que hace el navegante respecto a esta nueva realidad, por lo tanto, la construcción del espacio americano se sustenta en base a las observaciones colombinas que buscaban establecer relaciones de equivalencia, de acuerdo a imaginarios europeos extrapolados a las Indias Occidentales.
Considerando que el espacio americano traspasó su propia realidad, y que apoyado en la construcción de una narrativa, capaz de configurar en el imaginario un territorio, capaz de elevarse, más allá de los límites geográficos, logró configurar en su interior, aquellos ámbitos aparentemente disímiles, o sea la unión de lo mágico y lo espiritual[4], que conformaban la mentalidad del Almirante.
Resultando de esta unidad, un espacio que traspasaba las barreras del descubrimiento, quedando bajo la mirada interpretativa, de aquellos signos propios de la naturaleza, en que Colón sienta los resultados de su búsqueda y por consiguiente, sus proezas quedan marcadas por un poderoso sesgo finalista.
Finalmente, la llegada a estos nuevos territorios, confirmaba la existencia en el imaginario del navegante, que había llegado a las Indias Orientales, debido a su férrea creencia que no “le permitió percatarse que había llegado a tierra nueva, cosa que a la altura del tercer viaje ya se daba por supuesto en la Corte y en los círculos informados”[5]. Por lo tanto, se forjaron dos visiones paralelas respecto a la conformación del espacio americano, por una parte la administración castellana, que desmitificó las creencias anteriores a los dos viajes realizados por el Almirante, y por otra parte, la admiración por aquellos paradisíacos lugares, fundó en el imaginario colombino, la construcción del Nuevo Mundo.
[1] Todorov, Tzvetan, “La Conquista de América: El Problema del Otro”, Ediciones Siglo Veintiuno editores Argentina, 1998, Pp.
[2] Sanfuentes, Olaya, “Develando el Nuevo Mundo”, Ediciones UC, 2009, Pp. 119.
[3] Todorov, Tzvetan, Op. Cit., Pp.22.
[4] Todorov, Tzvetan, Op. Cit., Pp. 22-23.
[5] Escartín, Eduard, “Manual de Historia Moderna: Los rasgos estructurales de la Edad Moderna, Capítulo 2: Expansión Europea, Editorial Ariel, 1993, Pp. 20.
Autor: Matías Prado.
El Cristianismo en el Descubrimiento de América: ¿Es prioridad para los descubridores?
Cristóbal Colón, el descubridor del nuevo mundo se considera a sí mismo como el “encargado de una misión divina”[1], el pensamiento medieval es el que predomina en la mentalidad de descubridor, por ende el teocentrismo esta de manera primordial en el pensamiento de Cristóbal Colón.
El ideal que predomina en su mentalidad es de rasgo externo y absoluto, muy comparable a nuestra mentalidad, puesto que pone todo bajo la supremacía de un Dios todopoderoso, Colón posee tres argumentos para sostener su convicción, “una es natural, la otra divina y la tercera, humana”[2] la primera es con relación al disfrutar la naturaleza, la segunda corresponde a lo divino o sea esta Dios superior y la tercera tiene relación con la riqueza.
“Colón no tiene éxito con la comunicación humana porque no le interesa”[3]el no interesarle el poder comunicarse con ellos también podemos ver que no le interesa la interacción con el indígena, por lo tanto para él primordialmente la evangelización y la expansión de Cristianismo. Sin embargo, los sacerdotes que llegaron en el segundo viaje la evangelización se da de forma persuasiva a creer en la fe Cristiana, pero no se le considera infiel, como en el caso de los árabes o judíos, sino mas bien se le considera pagano y por eso los sacerdotes que acompañan a los conquistadores se ven en obligación de evangelizar a este ser.
El descubridor, posee una utopía para América puesto que él quiere lograr una nueva construcción tanto social como expandir el cristianismo por todo el mundo, el sentimiento de cruzada ejerce fuertemente un imaginativo en Colón, para poder lograrlo escribe en una de sus cartas (27.11.1492) “y digo que vuestra Altezas no deben consentir que aquí trate ni faga pie ningún extranjero, salvo católicos cristianos, pues esto fue el fin y el comienzo del propósito, que fuese por acrecentamiento y gloria de la religión cristiana, ni venir a estas partes ninguno que no sea un buen cristiano”[4]
“Cuando hablamos del siglo XVI español, parece que hablamos ante todo de religión. El conquistador ¿fue un hombre auténticamente cristiano? Independiente de la veracidad de sus creencias, es evidente las fuerzas impulsivas que tuvieron éstas. El conquistador, pensando que iba el solo contra miles de enemigos, nada hubiera hecho, sin duda; pero con la certeza (dada por la raíz de su educación en España del siglo XVI) de que Dios era su guía, su ayuda y su fortaleza….la religión es un aspecto en su personalidad”[5]
Ciudad La Villa Rica de Oro
PRESENTACIÓN
Nuestro proyecto de investigación estará enfocado en el análisis bibliográfico de los procesos formativos que construyeron la identidad Latinoamericana a través del desarrollo de los polos urbanos establecidos alrededor de los yacimientos mineros surgidos durante el siglo XVI. Por lo tanto, proponemos como línea investigativa el fenómeno vinculado al desarrollo temprano del levantamiento de zonas urbano-marginal, construidas alrededor de las faenas mineras, estableciéndose en ellas, los diferentes actores sociales que propiciaron la construcción de la identidad latinoamericana vigente hasta nuestros días.
"Los caballeros negros de Esmeralda" (1599). Museo de Madrid
BIENVENIDA
Las sociedades latinoamericanas durante los primeros años de la Colonia, se insertaron al alero de un sin fin de constantes de nuevas concepciones que interfirieron en el desarrollo autónomo de los diferentes pueblos amerindios.
Si bien es cierto, que durante la conquista se abrieron diversos espacios de contacto entre las diferentes realidades tanto americanas como de otras latitudes tales como, los esclavos africanos y los nuevos subgrupos surgidos del contacto español en las nuevas tierras descubiertas, existió en su fase primigenia patrones propios que caracterizaron a los diferentes grupos étnicos.
Nuestra propuesta de análisis estará enfocada en el fenómeno que suscitó la superposición de la cultura occidental europea por sobre los nuevos grupos humanos (indígenas), extirpando del imaginario indígena todos aquellos elementos que los hacían singulares. Por lo tanto, es difícil hablar de una identidad latinoamericana propiamente tal, es más podemos establecer ciertos rasgos identitarios, que serán analizados desde la perspectiva geográfica, a través del proceso de densificación de las zonas periféricas construidas alrededor de los espacios de producción aurífera.
Los espacios periféricos formados con todos aquellos grupos humanos, respondían a situaciones concretas marcadas por el fenómeno de la marginalidad. Los casos abundan en las descripciones realizadas sobre las construcciones de las ciudades, modeladas de acuerdo al canon europeo, que significaba una nueva lectura hecha por aquellos grupos alejados involuntariamente de toda la efervescencia urbana que significó la instalación de los primeros conquistadores en América.
Enfocados en esta problemática sobre los grupos que conformaron la identidad latinoamericana, dentro de los espacios periférico-marginal desarrollados durante el siglo XVI, nos concentraremos en el estudio de aquellos espacios alejados del desarrollo urbano, que permitieron mantener de cierta forma características únicas que conservaron rasgos particulares, conformando sub-sociedades con cierto arraigo al nuevo lugar al que habían sido trasladados.
De acuerdo a esta situación, las sociedades latinoamericanas operan en un marco de transitoriedad, ocupando espacios plenamente periféricos, y que consecuentemente configuran lo que serían aquellos imaginarios del devenir de estas sociedades altamente móviles, que hasta nuestros días revelan cierta complejidad en lo que respecta al definirnos como latinoamericanos.
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